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jueves, 8 de marzo de 2012

EL MUNDO COMO PINTURA DIVINA


(Juan Carlos Mieses entrevista al pintor Daniel Infante)

JUAN CARLOS MIESES. Primero, Daniel, una pregunta que luce sencilla, pero que presiento es fundamental y quizá difícil de responder porque como escritor sé que un artista tiende a definirse por medio de su obra y su obra siempre está en perpetua evolución como todo lo que existe debajo el cielo y sobre él. ¿Qué es un pintor?

DANIEL INFANTE. Un pintor, para mí, es alguien que asume una postura de creador, gestando y dando a luz, valiéndose de la pintura, un universo en el que comienza siendo centro y eje impulsador del mismo. Una idea estética que siempre me ha gustado y que podría ayudar a entender el rol que asume el pintor es la idea del Deus Pictor (Dios Pintor) refiriéndose a la exaltación formal y cromática de la naturaleza y concepción del mundo como pintura divina. Dios se convierte en el gran maestro cuyos secretos el pintor debe descubrir y emular. Así el pintor asume la postura de creador, papel que desempeña imitando a Dios en la tarea de crear las cosas.

JUAN CARLOS MIESES. He notado que la visión de la realidad que refleja tu pintura ha sufrido variaciones en el curso de los últimos años. ¿Esas variaciones se han producido de una manera sosegada o son el resultado de una fuerte lucha interior?

DANIEL INFANTE. La evolución en mi trabajo es producto de una experimentación constante y de un cambio también constante en la manera de percibir las cosas. Varios estetas han coincidido en la teoría de que las verdaderas y mas bellas creaciones artísticas son producto de un conflicto-conciliación de contrarios. Yo personalente me sumo a esta idea estética trágica y creo que mi trabajo tiene mucho de esto. Por eso te diría que a lo largo de los años ha habido momentos o pasajes en la trayectoria de mi creación pictórica en los que la lucha interior ha estado presente de manera dramática y en otros momentos las cosas siemplemente han fluido de manera mas tranquila.

JUAN CARLOS MIESES. Así como el lecho de un río cambia constantemente a causa del paso de las aguas, así los acontecimientos y las experiencias nos hacen reformular a cada momento nuestra definición como ser humano. Sé que la pregunta es demasiado ambiciosa, pero ¿cuáles elementos, en lo social o en lo personal, son los que provocan, fundamentalmente, tu evolución como pintor y como persona?



DANIEL INFANTE. Creo que algo de suma importancia para mi evolución tanto en lo humano como en lo artístico es primeramente el amor o el gusto por la vida. Creo que ese pensamiento está presente en todas mis decisiones como artista. La familia es un elemento importantísimo, así como la necesidad de experimentar la belleza y el placer como forma de “temperar” la realidad. Elementos como la literatura y la música son de vital importancia para la evolución en mi obra.

JUAN CARLOS MIESES. ¿Cuál es tu relación con la naturaleza como punto de partida de la creación?

DANIEL INFANTE. Pienso en la naturaleza como una fuerza absoluta de la cual trato de ser auxiliar, es decir, ir a su lado conociendo y respetando su poder, relacionándome con ella de una manera conveniente y enriquecedora para ambas partes. Creo que la naturaleza es una totalidad caótica que yo, como pintor, ordeno, compongo y realzo algunos de sus elementos para lograr mis objetivos artísticos.

JUAN CARLOS MIESES. La manía de crear un sustantivo que englobe una serie de artistas que de alguna manera tienen algunos aspectos en común, parece ser una constante en el mundo académico, sobre todo en los críticos. ¿Qué representan para ti los movimientos pictóricos? ¿Te inscribes en algunos de ellos?

DANIEL INFANTE. Desde el comienzo de mi carrera siempre he admirado a varios artistas y varios movimientos pictóricos. La Avant-garde europea de principios del siglo veinte con el surgimiento del modernismo después del romanticismo es una fuente de la que he bebido bastante. Las obras de artistas como Kirchner, Matisse, Picasso o De Kooning me han abierto puertas en la Pintura. Algunos entendidos me han encuadrado como pintor Expresionista o Fauvista, movimientos de los cuales tengo bastante influencia y de los que he tratado de realizar una relectura contemporánea tomando elementos de estas corrientes artísticas para adaptarlos a un lenguaje actual. Veo los movimientos pictóricos como un léxico del cual el pintor se apoya para lograr transimitir su mensaje artístico o crear su pintura.



JUAN CARLOS MIESES. Dices, refiriéndote al pintor con respecto a su arte: “un universo en el que comienza siendo centro y eje impulsador del mismo” y pones en movimiento una serie de sugerencias de órbitas y evoluciones. Hablas del pintor como un creador, y yo me pregunto, ¿tienes en algún momento la impresión –como les sucede a los escritores con sus personajes – que algunos elementos de la pintura toman vida propia y se imponen al cuadro, por encima de la voluntad o la intención original del artista?

DANIEL INFANTE. Creo que sí, más que creador el pintor interviene como medio para cristalizar elementos sobre cuales no tendrá ningún dominio luego de ser plasmados sobre la tela, papel o cual sea el soporte. Por eso te digo que el pintor crea un universo del que comienza siendo el centro. Sólo por un momento inicial es el eje impulsador para luego convertirse en un elemento más: pasa a un plano secundario y ve como se va diluyendo su poder sobre lo creado. Cuando entiende esto, la dinámica de pintar se convierte en una especie de drama en el que el pintor con curiosidad y expectativa va develando el desenlace.

JUAN CARLOS MIESES. Decía Nietzsche, hablando de la literatura, que en cualquier página de un libro se puede encontrar un pedazo de autobiografía. ¿Crees que tu pintura deja traslucir de alguna manera tu intimidad?

DANIEL INFANTE. Me parece que sí, tanto la forma de hacer como el contenido de lo que se representa ofrece al público que sabe buscar, pistas sobre la forma de ser, vivencias e intereses del artista, y me parece que es especialmente cierto en la pintura ya que ésta ha estado directamente en contacto con la mano del pintor. Si observas con calma mí pintura, el trazo, la sensibilidad para el color, las formas, la perspectiva, la composición, etc., tendrás una idea clara sobre mí, mis experiencias, emociones, pensamientos y sensaciones.

JUAN CARLOS MIESES. Parece que algunos escultores que trabajan con la piedra tienen la impresión, no de transformar un bloque de mármol en una figura humana, por ejemplo, sino la de “desnudar” la piedra, convirtiendo de esa manera el acto artístico en un descubrimiento más que en una creación. ¿Has tenido alguna vez una impresión parecida?

DANIEL INFANTE. En efecto, pienso que hay pinturas que produzco encontrando o haciendo aparecer la imagen a partir de las formas y manchas de color, a fuerza de limpiar el lienzo o de ir quitando lo que sobra, trabajando de una manera negativa, muchas veces sin ninguna idea de lo que estoy haciendo, sólo confirmando la visión que se va formando. Como tú mencionas, el acto artístico se convierte en un descubrimiento o un develamiento de la verdad, en el que se conoce la realidad y se expresan las ideas en un ámbito superior.



JUAN CARLOS MIESES. Como los escultores que trabajan las sombras gracias a la luz y que a veces parecen modelar el vacío por medio de la materia, he notado que en ocasiones anulas la perspectiva en tus cuadros y tengo la impresión que la descartas como si desearas expresarte únicamente gracias al color o a cualquier otro de los mecanismos de tu oficio. ¿Es el tratamiento que le das a la perspectiva una manera indirecta de trabajarla por medio de su ausencia?

DANIEL INFANTE. Los cubistas en su tiempo, crearon una manera diferente de ver al colocar el espectador en múltiples puntos de vista en el mismo momento, jugando con el tiempo y el espacio, o tal vez suprimiéndolos.... El objeto sigue siendo uno y el sujeto se multiplica dándole un vuelco irreversible a la realidad. Por otro lado, los fovistas replicaron: todo es color, desde donde y cuando sea que se mire el objeto lo importante es el pathos y la sustancia, inducidos por el carácter cromático de la pintura que definirá al mismo tiempo la percepción del objeto. Conociendo estas cuestiones realizo mis experimentos de perspectiva o ausencia de ella, talvez como forma no tanto de representar la realidad sino de confrontarla con la obra de arte, sometiendo la pintura sin perspectiva a la percepción del espectador, lo que crea un juego de reflexiones. Al tiempo que procuro darle protagonismo a la sustancia cromática, resolviendo el espacio y la atmósfera por medio del color.

JUAN CARLOS MIESES. Podemos hablar del mar o de alguna lejana galaxia, podemos pintar un paisaje desierto o un animal en el bosque, pero siempre de alguna manera estamos hablando y pintando una parte del hombre. ¿Cuál es la parte del ser humano que está presente detrás de tu iconografía? ¿Y fundamentalmente, ese ser humano eres tú? ¿O es el otro?



DANIEL INFANTE. Creo que en mi pintura están representadas las imágenes tanto del hombre terrenal cuanto del ser humano divino. Por momentos conseguimos elevarnos y contemplar lo divino pero más que nada estamos en contacto con los elementos de la tierra. Siempre me ha gustado la solución de los antiguos Griegos a la cuestión de la divinidad, en la que existen las deidades olímpicas que viven en el cielo y respiran el éter (Apolo, Zeus, Atenea) y las telúricas que viven en la tierra , disfrutan de grandes fiestas y consumen grandes cantidades de vino (Baco, Deméter). Por esto me complacería pensar que mis imágenes contienen la semejanza de ambos tipos de hombres divinos, el olímpico y el terrenal. Dos seres humanos totalmente diferentes y que habitan en lugares totalmente distintos, pero ambos divinos.
Por otro lado, pienso que tanto el yo como el otro forman parte de mi obra. Si en el mundo como representación el sujeto representa al objeto, entonces cuando intento representar mi entorno estoy representando mi percepción de éste por lo que me represento a mí mismo y mi forma de verlo. Sin él yo no hay pintura. Luego cuando entra en juego el espectador y se confronta con el carácter abierto que tiene mi obra en el que la perspectiva y la composición tienen un papel importante, se crea un juego de reflexiones en el que la percepción de otro termina el trabajo de construcción de la imagen, reconociéndose, y a partir de ese momento, entra a formar parte de la pintura.